Ataques de ansiedad: síntomas, control y tratamiento

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Los ataques de ansiedad, también conocidos como crisis de ansiedad o crisis de pánico, son experiencias intensas, inesperadas y abrumadoras de miedo o malestar. Aunque duran pocos minutos, el impacto emocional y físico puede ser profundo y paralizante. En este artículo, exploramos a fondo qué es un ataque de ansiedad, cuáles son sus síntomas, cuánto pueden durar, qué hacer si experimentas uno o si alguien cercano lo vive, y cómo prevenirlos.

¿Qué es un ataque de ansiedad?

Un ataque de ansiedad es una manifestación aguda del trastorno de ansiedad, caracterizada por un inicio repentino de síntomas intensos que alcanzan su punto máximo en pocos minutos. Durante un ataque, la persona puede sentir que pierde el control, que está sufriendo un infarto o incluso que va a morir, aunque no exista un peligro real.

Síntomas de un ataque de ansiedad

Los ataques de ansiedad combinan manifestaciones físicas y psicológicas. A continuación, detallamos los síntomas más comunes:

  • Palpitaciones o taquicardia: El corazón se acelera de forma repentina y fuerte, generando una sensación de alarma.
  • Dificultad para respirar: Muchas personas sienten que les falta el aire, tienen opresión en el pecho o respiran de forma entrecortada.
  • Sudoración y escalofríos: El cuerpo responde como si enfrentara una amenaza física real.
  • Temblores o sacudidas: Involuntarios, visibles en manos, piernas o todo el cuerpo.
  • Sensación de irrealidad o despersonalización: Como si se observara desde fuera o el entorno se volviera confuso.
  • Miedo a perder el control o volverse loco: Pensamientos extremos que aumentan el pánico.
  • Náuseas o malestar abdominal: Desajustes digestivos inmediatos como vómito, diarrea o dolor estomacal.
  • Entumecimiento o cosquilleo: Hormigueo en brazos, cara o piernas.

¿Cuánto dura un ataque de ansiedad?

Aunque parezca eterno, un ataque de ansiedad suele durar entre 5 y 20 minutos. En algunos casos, los síntomas disminuyen gradualmente, mientras que en otros, se presentan de forma cíclica durante horas si no se gestionan adecuadamente.

Mi primer ataque de ansiedad: Una historia con emoción

Soy Pedro, profesor de secundaria desde hace más de 10 años. Nunca imaginé que, una mañana cualquiera, frente a mi clase, algo en mí colapsaría. Todo comenzó la tarde anterior, después de una discusión intensa con el padre de un estudiante. Me acusó de injusto, de dañar la autoestima de su hijo. Aunque traté de explicarme, me fui a casa con un nudo en el pecho.

Al día siguiente, al entrar al aula, me sentí mareado. Empecé a sudar. Mi corazón latía tan fuerte que podía escucharlo. Las palabras se desvanecieron. Sentí que iba a caer. Pensé que me daba un infarto. Salí tambaleante. Una colega me encontró en el pasillo, sin aire, sin voz, temblando.

Ese fue mi primer ataque de ansiedad. Desde entonces, he aprendido a reconocer los avisos, a pedir ayuda, a respirar. No es fácil, pero es posible volver a sentirse en control. Entender que el cuerpo y la mente hablan, a veces a gritos, es el primer paso para sanar.

¿Qué hacer durante un ataque de ansiedad?

Si estás experimentando un ataque de ansiedad, prueba estas estrategias para recuperar el control:

  1. Reconoce lo que está ocurriendo: Dite a ti mismo: «Esto es un ataque de ansiedad. Pasará. No estoy en peligro».
  2. Respira lentamente: Inhala por la nariz contando hasta 4, mantén 4 segundos y exhala por la boca contando hasta 6.
  3. Enfócate en el presente: Mira a tu alrededor. Nombra cinco cosas que ves, cuatro que puedes tocar, tres que oyes.
  4. Aférrate a una frase tranquilizadora: Repite «Estoy seguro, esto pasará».
  5. Busca un lugar tranquilo: Si es posible, aléjate del estímulo que intensificó la crisis.

¿Cómo ayudar a alguien con un ataque de ansiedad?

Cuando una persona está en medio de una crisis, tu apoyo puede marcar una gran diferencia:

  • Mantén la calma: Tu serenidad transmite seguridad.
  • Habla con suavidad: Usa frases como «Estoy contigo», «Respira conmigo».
  • Evita minimizar: No digas «cálmate» o «no es para tanto».
  • Guía la respiración: Invítale a inhalar y exhalar contigo.
  • No toques sin permiso: Puede generar más alarma. Pregunta primero si necesita contacto físico.

Tratamientos y prevención

Los ataques de ansiedad pueden tratarse con diversas estrategias terapéuticas y cambios en el estilo de vida:

  • Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a identificar pensamientos distorsionados y crear respuestas más adaptativas.
  • Técnicas de relajación: Meditación, yoga, respiración profunda y mindfulness.
  • Ejercicio físico regular: Libera tensión y mejora la salud mental.
  • Psicoeducación: Comprender cómo funciona la ansiedad empodera a la persona.
  • Medicación: En algunos casos, los psiquiatras recetan ansiolíticos o antidepresivos.

Conclusión

Un ataque de ansiedad no es una debilidad, sino una señal de que el cuerpo y la mente necesitan atención. Con información, comprensión y apoyo, es posible reducir su frecuencia e intensidad. Si tú o alguien cercano los experimenta, recuerda que no están solos. Hay herramientas, acompañamiento profesional y recursos disponibles para recuperar el equilibrio.

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