Ubicado en la localidad de Engativá en Bogotá, el Colegio Tabora se distingue por su modelo pedagógico “Gestores en tecnología, arte y comunicación”, que lo posiciona como una institución única en la zona.
Este enfoque integra la innovación con el desarrollo de competencias ciudadanas, y se complementa con la implementación de prácticas como la justicia restaurativa y los Círculos de Construcción de Comunidad, que fortalecen la convivencia escolar.
Su labor educativa, integral y transformadora, se basa en valores fundamentales como el respeto, la empatía, el diálogo y el cuidado.
Explorando las dificultades que impactaban la cohesión y el desarrollo dentro del colegio.
Aunque el colegio reconocía desde su misión la importancia del carácter y lo socioemocional, este enfoque no estaba presente de forma explícita en las prácticas cotidianas. El desarrollo del carácter era percibido como responsabilidad exclusiva de orientadores y no como tarea colectiva.
Las relaciones entre docentes, y entre docentes y estudiantes, eran cordiales pero superficiales. Faltaba un trabajo intencionado en la construcción de vínculos auténticos, así como en la conciencia sobre el modelamiento emocional desde los adultos.
La amplitud del plan institucional dificultaba el enfoque. Las múltiples acciones emprendidas carecían de integración y seguimiento, lo que limitaba la efectividad de las intervenciones y generaba desgaste en el equipo.
Estrategias implementadas para fortalecer el ambiente escolar, priorizando el bienestar y las relaciones positivas.
El 100 % del cuerpo docente participó en procesos de formación relacionados con PRIMED y otras iniciativas en resolución de conflictos, disciplina positiva y relaciones positivas. Esto permitió ampliar el conocimiento y generar un lenguaje común en torno al desarrollo socioemocional.
El equipo líder asumió con seriedad su rol como modelo. Reconocieron que el carácter no se enseña solo con palabras, sino con acciones cotidianas. La rectora se mantuvo como una figura clave para sostener el proceso, articular equipos y visibilizar la prioridad del enfoque emocional.
Se promovieron espacios de conversación, escucha y revisión autocrítica. Aunque no todas las acciones han alcanzado a los estudiantes, se han generado cambios en las normas, el clima escolar y la conciencia institucional sobre el impacto de los adultos.
El Colegio Tabora ha consolidado una base conceptual sólida para trabajar el desarrollo del carácter como parte integral de su proyecto educativo. A través de la formación, la reflexión y el liderazgo coherente, han comenzado a conectar lo que históricamente se valoraba en el discurso con acciones concretas en la práctica. Han demostrado que cuando el carácter se asume como responsabilidad de todos, el camino hacia una comunidad más humana y coherente se vuelve posible.
El equipo líder ha fortalecido su comunicación, empatía y colaboración. Hoy se toman decisiones con mayor conciencia emocional y se busca alinear el discurso institucional con las prácticas cotidianas. Esto ha generado relaciones más genuinas y un liderazgo más humano.
Cada vez más docentes se interesan por el bienestar emocional de sus estudiantes. Han comenzado a regular sus propias conductas, a relacionarse desde la escucha y a incorporar un enfoque más afectivo y respetuoso en sus interacciones diarias.
Aunque el trabajo directo con estudiantes ha sido más limitado en esta etapa, se observa una mayor participación en actividades escolares, especialmente en primaria, donde expresan sus emociones con más claridad y muestran mayor apertura a las iniciativas socioemocionales del colegio.
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Senior Coordinador PRIMED